En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
La paz de mi Hijo Dios habite en vuestros corazones (cf Col 3, 15).
Vengo como Madre del Amor divino,
como Madre del consuelo,
porque traigo el amor de mi Hijo amado,
y soy refugio y consuelo de los pecadores,
de aquellos que se acogen a mi Corazón.
Cuántas veces mi Hijo amado
sigue diciendo a los hombres:
Creed y cumplid los mandamientos;
amad y seguid sus caminos;
perfeccionaos en la vida con Dios
y haced su voluntad (Esd 10, 11);
amaos unos a otros
porque el amor viene de Dios;
el rencor, el odio, la discordia,
viene del enemigo de Dios y de las almas,
de los hombres,
que induce a los hombres
a la desunión,
al enfrentamiento, al odio.
Si verdaderamente mis hijos
amaren profundamente a Dios,
llevaren la ley en el corazón,
y cumplieren sus palabras,
Yo, como Madre, no tendría que seguir llegando,
manifestando y hablando a la humanidad,
porque el hombre sabría
que seguir los caminos de Cristo,
si se siguen verdaderamente,
el hombre se encontrará con dificultades,
con piedras, con cruces, espinas;
pero el amor de Cristo
puede más que todo, hijos míos;
cuando se lleva en corazón,
cuando se ama verdaderamente a Dios,
el hombre ha de decir
gracias, aún en el dolor,
gracias, aún en la enfermedad,
gracias en lo bueno y gracias en lo malo (cf Ef 5, 20, 1Tes 5, 18);
saber llevar las contrariedades de la vida
con amor y con unión a Dios.
Estáis en un tiempo, pequeños,
un tiempo adonde mis hijos,
incluso los que siguen mis caminos,
no se entienden unos con otros;
en los tiempos que hacer la voluntad de Dios
es tan difícil para los hombres,
porque viviendo en el mundo y sus cosas
es más difícil dejar las cosas del mundo y seguir a Dios.
Pero estáis en este tiempo de preparación,
de preparación interior, de perfección,
porque en verdad, pequeños,
el hombre que no medita en su interior,
que no profundiza los misterios de Cristo,
que no medita la Palabra de Dios,
no puede avanzar,
no puede caminar
en una vida de santidad.
Por eso es tan difícil para mis hijos
hacer lo que constantemente vengo diciendo.
Mas si mis hijos
vivieren en humildad,
y supieren que la humildad
es primordial en la vida
de los hijos,
-la caridad, el amor...-
Pero la humildad, pequeños,
es importante para seguir
los caminos de Dios,
pues cuántas veces la soberbia
florece en los corazones de mis hijos.
Mas Yo os digo:
Preparad vuestro corazón
porque presto, presto, pequeños, llega
los momentos
de la Pasión de mi Hijo;
aunque todos los días
el hombre ha de vivir presente
estas cosas:
que Cristo entregó su Vida,
derramó su Sangre
por amor, por amor a sus hijos.
Llevad su cruz con amor y alegría,
y amaos mucho, pequeños,
amaos.
Examinaos interiormente
y desterrad de vosotros
todo aquel pensamiento erróneo
que no procediere de Dios.
Despojaos de todo aquello que os impidiere seguir los caminos de Cristo,
y sabed que Cristo sigue esperando a sus hijos,
sigue llamando a todos a una vida de perfección,
de amor y santidad.
Yo como Madre, pequeños hijos,
Madre del Amor divino,
Madre
de Dios,
porque el Hijo es Dios,
Yo os digo:
Abrid vuestro corazón,
y dejad verdaderamente
que Cristo habite en vuestro interior;
dejad que obre Cristo;
no le pongáis impedimentos;
decidle desde el corazón:
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad (Heb 10, 9).
No lo digáis de palabra
como el que reza y no sabe lo que está rezando,
decidlo verdaderamente desde lo más profundo del corazón,
y dejad que obre Cristo
en todas vuestras acciones,
en todo vuestro obrar:
es trabajo, pequeños,
pero cuando el hombre trabaja
logra dejarse en las manos de Dios.
Cuántas veces tenéis impedimentos
para hacer la voluntad de Dios,
y no os preguntáis
por qué no rompéis esas cadenas.
Haced la voluntad de Dios.
En la vida espiritual, pequeños,
en la vida y unión con Dios,
cuando el hombre
tiene a Dios muy presente en su vida, en sus acciones,
en sus pensamientos, en su obrar,
es fácil conocer la voluntad de Dios.
Cuántas vecesel hombre no conoce la voluntad de Dios
porque no abre el corazón
a Dios,
y obra la voluntad propia del hombre
sin dejar lugar a que obre Dios.
Ese es un trabajo que tendréis que hacer.
Porque llegarán momentos, pequeños,
que si no abrís el corazón a Dios en la totalidad,
en los momentos de confusiones
-que ya se están viviendo tantos,
tanas confusiones, tantos errores-,
los hombres, mis hijos, no sabrán discernir
dónde se halla la Palabra de Dios
y dónde se hallare la palabra que el hombre pone.
Cuánto tiempo llevo diciendo como Madre:
Mirad, hijos míos, que los tiempos apremian,
que el demonio verdaderamente
está llevando a tantas almas al error, a la confusión,
y a veces, y en tantas ocasiones,
el hombre deja lo bueno, lo santo, lo perfecto (cf Tit 1, 8)
para seguir los caminos del error, la confusión,
la falsa doctrina
o la doctrina
adulterada,
solamente por probar nuevas
y más atrayentes inspiraciones.
Yo, desde mi corazón de Madre os digo, pequeños,
así como os digo a vosotros aquí presentes,
digo a todos mis hijos del mundo:
Mirad
que el demonio se está vistiendo de piel de cordero
y está confundiendo a tantos hijos de mi Corazón.
Pedid por mis predilectos,
por los predilectos de mi Corazón,
para que, siguiendo el Evangelio, la Palabra de Dios,
verdaderamente la vivan en el corazón,
la den a conocer a los hombres,
y viviéndola y dándola a conocer
muchos se convertirán.
Pero que el hombre no adorne el pecado
con los cambios de vida:
lo que es pecado, pecado es;
lo que es adulterio, adulterio es;
lo que es fornicación, fornicación así es;
lo que es antinatura, antinatura es;
lo que es aborto, aborto es:
muerte y matanza de seres inocentes;
lo que es eutanasia, eutanasia es;
lo que tantos llaman matrimonios:
adúlteros, adúlteros es la palabra;
mas los hijos de fe han cambiado
la palabra matrimonio por la fornicación,
y tantos hijos de fe
se contaminan
de las palabras del mundo.
Por eso, pequeños hijos de mi Corazón,
lo que mi Hijo condenó sigue condenando ahora.
Seguiré diciendo,
como antes decía, antinatura:
la homosexualidad,
que tantos aplauden a Sodoma y Gomorra,
¿cómo Yo, la Madre del Hijo de Dios siendo Dios,
puedo decir:
Seguid esas leyes?
¿Cómo voy a ir en contra de la Palabra de Dios?
Os tocará, pequeños, defender la verdad de Dios,
porque en verdad mi Corazón de Madre
sufre tanto, pequeños,
por esta humanidad perdida
en el fango, en el lodo de satanás.
Mis hijos no saben lo que son los sacrificios.
Porque hoy la humanidad, mis hijos,
los sacrificios se dejan a un lado.
¿Ofrecer por la conversión de los pecadores?
Todos están convertidos,
todos están salvados.
¡Qué gran error, pequeños!
¡Cuántos se siguen condenando!
Por eso digo a todos mis hijos,
predilectos y no predilectos:
El infierno no está cerrado,
satanás no está dormido.
Recordando a todos que hay un cielo hermoso
para los que cumplen la voluntad de Dios,
los que perseveran.
Hay un Purgatorio para purgar;
y otro Purgatorio y otro, pequeños:
son distintos dolores y purificaciones.
Pero hay un infierno
adonde satanás se lleva tantas almas,
habiéndolas convencido
que no existe infierno
ni Dios,
sino uno mismo por sus valores humanos se salva,
hagas lo que hagas,
cometas lo que cometas,
ya estás salvado.
Por eso, pequeños,
mis hijos del mundo no entienden de sacrificios,
de mortificaciones,
de ayunos, penitencia.
Si ya los niños, los pequeños,
hacían ayunos y penitencia,
a los pequeños que Yo hablaba en Fátima,
¿Cómo puede el hombre decir
que los niños no pueden hacer pequeños sacrificios?
Enseñadles desde pequeños
el valor de un alma.
Y pedid por las almas benditas del Purgatorio,
para que aquellos
que están prestos
llegada la Pascua salgan a la Luz;
para aquellos que tienen que purificar más
alcancen
otro lugar,
y para aquellos
que incluso muchos estarán hasta el último momento,
aquellos que han de salir
vayan saliendo por vuestros sacrificios,
porque hay tantos
que no tienen (suspira)
quien rece por ellos.
Tantos hijos del mundo viven en el egoísmo
de las... (vuelve a suspirar)
de las herencias
y se olvidan de las almas,
y gimen y lloran,
y los seres queridos disfrutan
lo que puede ser condenación para ellos.
(Llora con intensidad un buen rato)
Sí, hija mía,
para tantos hijos
es perdición.
Ora por mis hijos del mundo.
Haz sacrificios;
sacrificios, pequeña.
No olvides este dolor
porque así se avivarán más fuertemente en ti
los sacrificios.
(Hay una pausa donde recupera su semblante alegre)
Y así, mis pequeños,
desde mi Corazón de Madre, Yo os digo:
Recordad todas mis palabras.
Recordad el Evangelio de este día.
Recordad las palabras de mi amado predilecto, de José.
Y Yo, desde mi Corazón de Madre,
como Madre del Amor divino,
como Madre del Consuelo y Auxilio de los pecadores,
Yo os digo: La paz de mi Hijo amado
habite siempre en vuestros corazones.
Vivid para Dios y sus cosas
porque en verdad
Dios se ocupará de las vuestras.
Hasta pronto, mis pequeños.
Shalom, pequeños hijos.
Mi amor y mi paz,
mi amor de Madre quede en vuestros corazones.
Hasta pronto, mis queridos hijos.
No olvidéis nunca que Cristo es el Camino
y la Verdad
y la Vida (Jn 14, 6).
No lo olvidéis, pequeños.
Que Él os ama y os dice constantemente:
Venid a mi Corazón,
descansad en mi Corazón (cf Mt 11, 28).
No olvidéis que Cristo es el Amor,
la Misericordia, el Perdón
y también la Justicia.
Hasta pronto, hijos amados,
amados de mi Corazón.
Shalom.
