Subida tradicional. Este año, sábado. Bastante gente. Expectativas de mal tiempo pero día espléndido. Se sube relativamente temprano, introducción breve a la jornada, ángelus, y parece que va a comenzar el viacrucis, pensado en no alargarse porque hay que ir a la catedral. Pero Isabel de la Cruz recomienza los comentarios, se producen preguntas, y se acerca la hora de comer sin que se haya empezado el acostumbrado viacrucis. Se decide comer, dar posibilidad a los que quieran hacer una subida parcial quedando a las tres para la Misericordia. A la hora en punto comenzamos, lo rezan los niños y, a continuación, también ellos, el rosario de los sacerdotes. Hacia el final Maribel parece adentrada y después de un breve silencio nos dice que ve al Señor en el camino. Finalmente tiene un precioso éxtasis de la Madre, que como siempre esperamos poder ver en detalle dentro de algunos días, lleno de humor, amor y, claro, también dolor.

Cerca de las cuatro treinta emprendemos la corta bajada -todo lo anterior tuvo lugar en la torre- y poco después de una hora estábamos ya en la catedral de Oviedo. Mis primeras subidas del 14 de septiembre se desarrollaron sólo en el Monte, y siempre el Señor se las arreglaba para que empezáramos el día de hoy -de la Virgen de los Dolores- allí, y varias veces hasta muy avanzada la madrugada, alguna vez en la parroquia de la Foz -recuerdo haber celebrado la Misa de hoy en ella-. Pero desde hace unos años nos invitó a adorar su Preciosa Sangre en el Sudario que guarda la Cámara Santa y que santificó este Monte donde lo escondió y custodió Santo Toribio. Así que desde entonces nuestro 14 de septiembre empieza en al Montsacro, sigue en la Catedral y acaba en la Fundación, en la Casa Madre en Gijón.
Si en la primera foto vemos parte del grupo en la torre -a la izquierda de la torre, en lo alto, se ve el Tejo- un poco antes de partir hacia la catedral, en la segunda pude recoger parte del grupo nazareno, y alguna persona ajena, en agradable charla a la salida de la catedral, después de su cierre. Me complazco en decir esto, porque tuvieron que avisar en la capilla del Santísimo que se iba a cerrar para que saliéramos.
En la capilla de la Casa seguimos comentando aspectos de lo vivido, escuchamos el mensaje -Maribel se sorprendió de cosas que dice de ella la Madre- y lo comentamos. Finalmente continuó la fiesta con diversos cánticos con enorme alegría y entusiasmo. Y ya bien entrada la madrugada Don José Ramón y servidor impusimos las manos a los asistentes y terminamos la hermosísima jornada.
Destaco un solo detalle: hablando del Sudario nos dijo la Madre que la Sangre de su Hijo está en él viva. Me recordó las investigaciones del doctor Castañón y otros que nos informan de esa realidad en tantos otros casos, como el conocidísimo de Lanciano.
Benditos sean por siempre la Santa Cruz, el Señor y su Preciosísima Sangre y la Madre Dolorosa, y también todos los fieles devotos.
Recuerdo ahora otro detalle impresionante entre otros: que nos pidió rezar mucho por nuestros enemigos...
Shalom.